Los oxímetros de pulso monitorean de forma no invasiva la saturación de oxígeno (expresada como porcentaje o en decimales) de la hemoglobina arterial midiendo los cambios de absorción de luz que resultan de las pulsaciones del flujo de la sangre arterial.
Su uso permite el monitoreo continuo e instantáneo de la oxigenación; la detección temprana de hipoxia antes de que ocurran otros signos como cianosis, taquicardia o bradicardia; y reducir la frecuencia de punciones arteriales y el análisis de gases sanguíneos en el laboratorio.
Puede ocurrir hipoxia si se administran involuntariamente mezclas hipóxicas de gases durante la anestesia general, si las mangueras de gas se obstruyen durante la operación, si el suministro de oxígeno se interrumpe después de la operación mientras se transporta al paciente al pabellón de recuperación o si un procedimiento o una enfermedad (por ej., anestesia espinal, broncoscopia) bloquea las vías respiratorias u obstaculiza el proceso de respiración; la hipoxia prolongada puede causar daño cerebral irreversible o la muerte.
La oximetría de pulso puede detectar el descenso de los niveles de saturación de oxígeno antes de que ocurra daño y, en general, antes de que aparezcan los signos físicos.